viernes, 6 de junio de 2008

....sobre las relaciones humanas...


Crees conocer a una persona y de repente te sorprende con un giro inesperado, señalándote el ultraje que tú le habrías infligido sin saberlo o agradeciéndote una deferencia, una cortesía que no recuerdas haberle hecho.

Nos levantamos cada día pensando que hoy es ayer, que todo sigue igual y súbitamente el pequeño destino cambia: el significado que debes darle a las cosas, el sentido con que te conduces. Creemos posible hacernos un porvenir y de repente descubrimos que todo propósito sólo es una prerrogativa accidental o una parca casualidad. Todas aquellas cosas que nos importan, como la paternidad, el amor, la amistad, tardan en lograrse y, una vez obtenidas, pueden disiparse. Ignoramos qué nos espera y ese dato banal cobra una fatalidad dramática y retrospectiva, una premonición.

No hay aburrimiento posible en las relaciones humanas, no hay rutina ni repetición; hay siempre sorpresa, pesquisa y novedad. A pesar de lo que queremos creer, la identidad del hijo, del viejo camarada o del que creemos nuevo amigo, no lo conocemos, ni su rostro ni sus pliegues internos.

No hay nada dado de antemano, no hay amistad asegurada, hay riesgo y hay fantasmas que emergen, que se desbordan y que muestran rencores o afectos, emociones que no sospechábamos.

Internet ha agrandado esa dimensión ignota de nuestros corresponsales o amigos. No ves el rostro, esa máscara que creemos reveladora de la identidad y de los humores, sólo un nombre propio o un nick que sirven para identificar y para ocultar, para acercarnos y para decir adiós. Pero entre esa voz que no oyes, entre esa expresión escrita y tú hay un abismo infranqueable: no puedes acceder y tu pesquisa siempre se queda corta.

En realidad, las relaciones humanas siempre se quedan cortas.

Hasta en el cara a cara, el otro tiene una densidad y un parapeto que te impiden averiguar lo que quieres saber o que te hacen suponer que sabes algo de lo mucho que esconde.

A pesar de lo que queremos creer, no conocemos la epidermis ni los pliegues interiores del ser amado, como no conocemos del todo las demandas de nuestro propio cuerpo, las urgencias, las tentaciones, los desajustes. Adentrarse en lo cotidiano entre personas que creemos conocer no tiene nada de ordinario, pues nada hay de antemano, nada hay de lealtad asegurada: sólo una intimidad reflexiva que ignoras, que no siempre aceptamos o que no siempre sospechamos y que se sobrepone a la vida pública con la que se muestran o nos mostramos...

Etiquetas:

2 Comentarios:

A la/s 15 junio, 2008 11:15, Blogger Felipe dijo...

uf...me encantó la reflexión

mi pregunta es, ¿cómo queremos mostrarnos? o quizás ¿cómo Nos mostramos dependiendo de dónde, con quién y el porque?

 
A la/s 16 junio, 2008 08:34, Blogger Principesa dijo...

Felipe

Ese es el tema ¿cuan transparentes somos?

Abrazos
D@

 

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal